Abordamos la mandíbula como punto de partida:
La mayoría de las personas no son conscientes de cuánto influye la mandíbula en su estado corporal y emocional. Más allá del bruxismo o de una molestia localizada, existe una conexión profunda entre esta zona y el sistema nervioso autónomo. Cuando la mandíbula está en tensión, el cuerpo entero entra en un estado de vigilancia. Y muchas veces, ese estado no es tan fácil de desactivar.
En consulta, es muy frecuente que aparezca esta zona como un punto clave, incluso cuando el motivo de consulta principal es otro: molestias cervicales, digestivas, dolor de espalda o cansancio constante.
La mandíbula como punto de activación:
La mandíbula forma parte de una red neuromuscular que, al tensarse, puede activar el sistema simpático: lo que se conoce como “modo lucha–huida”. Esta activación sostenida afecta a otras zonas del cuerpo como:
La base del cráneo (especialmente el occipital y las suturas craneales)
El diafragma (músculo central de la respiración)
El suelo pélvico (clave en la regulación del tono corporal profundo)
Los pies (como último punto de descarga postural y fascial)
Relajar la mandíbula no es solo un alivio local. Es una señal que el sistema nervioso interpreta como “puedes descansar ahora”.