Empecé a escribir este post mientras escribía las conclusiones de la tesis. Ese es un momento muy Homer Simpson mezclando estimulantes y somníferos: por un lado estás en el punto más bajonero posible por el cansancio, y por otro, es un parraque máximo porque ahí va lo verdaderamente valioso de tu tesis. Te toca mojarte y dejar algo de tí, de la intuición que tienes después de estar batiéndote el cobre con la literatura y la matemática del tema.

El caso es que me daba muchísima pena porque ahí no podía poner algo que me hubiera encantado leer en las tesis de los demás: pero zagalico, ¿por qué has hecho esta paranoia? ¿Con qué te has quedado por el camino? ¿Estás contentico? (feat. @Sirocoma).

Llámame Doctor Mario porque…

Subfigura A. El tráfico wireless que generábamos con el Teletrébol de Telecinco. Subfigura B. Tráfico generado por una reunión de amiguis cualquiera con Instagram.

Subfigura A. El tráfico wireless que generábamos con el Teletrébol de Telecinco. Subfigura B. Tráfico generado por una reunión de amiguis cualquiera con Instagram.

…he hecho cosicas para que podamos ver vídeos de perretes más rápido cuando estamos fuera de casa. El título de mi tesis es “Coexistence Policies in Cognitive Radio” (¿te la quieres leer? HERE).

Resumen rápido: imaginad que las comunicaciones inalámbricas son vehículos en una autopista, con carriles reservados para cada servicio: uno para taxis (en la analogía, por ejemplo, televisión), otro para Vehículos de Alta Ocupación (VAO) (e.g. móviles), etc. Al principio viajaba poca gente, con lo que había carriles de autopista de sobra (Subfigura A). Pero en esta equivalencia, Youtube en el móvil sería un camión que necesita 3 carriles pa’ el sólo (Subfigura B). No podemos reservar tantos carriles porque la autopista no tiene tantos. Además, algunos de estos carriles se siguen usando de uvas a peras, pero se usan. ¿Por qué no dejar al camionazo-youtube que vaya cambiando de carriles (y/o a los demás vehículos), colocándose en los que pueda, siempre que estén libres, sin chocar con los vehículos reservados para cada carril? Pero claro, no íbamos a estar nosotros conduciendo el camión manualmente (imaginaos tener que ir cambiando un dial de radio para ir recibiendo los datos, según nos vamos moviendo). Yo he investigado qué mecanismos pueden usarse para que el camión circule sin chocar por esa carretera, sin conductor, de manera inteligente.

¿Por qué te dio esta paranoia?

Me encantaría marcarme un pegote “a lo gurú iluminado” y decir que desde que tenía 4 años ya “soñaba con aplicar inteligencia artificial al acceso dinámico al espectro radioeléctrico” #NOT. Como Ed Catmull, el presi de Pixar, que te suelta en su libro Creatividad S.A que EN EL INSTITUTO me impuse el objetivo de hacer sin prisas la primera película de animación por ordenador y trabajé sin descanso durante veinte años para lograrlo. No es el único que hace gala de semejante concentración en un objetivo, también John Carmack y John Romero (los creadores de Doom), el tito Amancio (Ortega)… Menos mal que luego Malcom Gladwell en “Outliers” te cuenta que la mayoría de estas personas vivieron una serie de circunstancias especiales que codicionaron sus intereses y por tanto, sus objetivos y su éxito. O Mihaly “Never-ending-surname” (que diría mi amigui Iria), que te cuenta en “Creativity: the psychology of discovery and invention” (capítulo 7, “The Early Years”), como un sesgo cognitivo lleva a estos triunfadores a transformar su historia vital en un todo-conectado con coherencia desde la infancia hasta la actualidad, cuando no ocurrió así.

Lo mío fue una pequeña carambola: me gustó bastante hacer el proyecto final de carrera (que fue un pequeño contacto con la investigación), y ante la que se estaba liando con la crisis, imagínate que vienen y te dicen “holi, te aseguro un sueldo durante 4 años, estudiando cosas chulis que más o menos puedes elegir tú, y acabas de doctor, que tienen un 1% de paro”.

Entonces, why so serious?

Porque me pegué el hostión del siglo VÍDEO

Hasta llegar al doctorado, prometo que era el típico motivado que pensaba que cualquiera puede conseguir lo que quiera, siempre que lo quiera lo suficiente. Que todo era una cuestión de tiempo y motivación. Esto todavía lo pienso, sólo que ahora tengo súper presente que el tiempo no es infinito y la motivación aún menos.

Reconozco que iba hiper-confiado porque siempre he sido muy buen estudiante, con lo que la hostia ha sido doble. Dice Matt Might en su blog: “If you have an ego problem, Ph.D. school will fix it. With a vengeance”. Entonces ni se me pasó por la cabeza lo que supone resolver problemas no acotados. El requisito para publicar un trabajo, y finalmente depositar tu tesis doctoral, es que hagas una contribución original a tu campo, algo que no haya planteado antes nadie y que funcione. Tampoco tenía ni idea de que la tasa de abandono fuera tan bestia (del 50% entre los que consiguen mi beca). Otra cosa que tampoco piensas es que, obviamente, quienes se deciden por estudios doctorales (y contra los que pasas a competir) son, necesariamente, buenos estudiantes también.

Vaya panorama, amiga. Cuéntame algo bonico.

Afortunadamente, aparte de atravesar el valle de la mierda, como dice The Thesis Whisperer, también puedo decir que ni siquiera soy la misma persona que empezó. Por nombrar algunas cualidades que gané:

¿Estás contentico?

https://s3-us-west-2.amazonaws.com/secure.notion-static.com/e720cfd0-42de-40db-9cce-f82502acad72/1_yDHHG4naRNcn2CxgxGS9tg.png